Independientemente de tener en cuenta unas razones lógicas de un momento determinado, es posible que nos veamos afectados por algo externo, podemos tener a alguien que desee nuestro mal, por envidias o por rencor o simplemente traten de quitarnos nuestra pareja.
Independientemente de tener en cuenta unas razones lógicas de un momento determinado, es posible que nos veamos afectados por algo externo, podemos tener a alguien que desee nuestro mal, por envidias o por rencor o simplemente traten de quitarnos nuestra pareja.
Desde un punto de vista energético es una semana muy importante, ya que la noche de San Juan marca un antes y un después en el año siendo muy posible que a partir de este momento cambie todo de una forma radical, la luz empieza disminuir y con ello nuestras energías en el hemisferio norte, y en el sur es al revés, es necesario afrontar los nuevos retos, de ahí la importancia de los rituales para canalizar correctamente la energía además de los cambios interiores reales, ya que este mundo energético será mucho mas utilizado e importante de lo que podemos imaginar, incluso en los niveles más alto del conocimiento
El solsticio de verano, el 21 de junio, es una de las fechas más importantes dentro del calendario, desde los tiempos más remotos, es la fiesta de la luz, la fiesta en la que El Sol (para otros Dios) se detiene después de llegar a su punto más alto en el cielo (se detiene para escuchar nuestras peticiones), se detiene por tres días en el cielo, es el momento en el que la oscuridad empieza a aumentar, y en los meses siguiente necesitaremos de la energía de la Luz para conseguir lo que necesitamos.
Es el tiempo de las peticiones que se han de realizar y para celebrarlo, se celebran las fiestas de las noches de San Juan.
Mucho antes de que la Iglesia Católica trasladase al 24 de Junio la fiesta pagana del Sol para asociarla al nacimiento de San Juan Bautista, el ser humano se había dado cuenta de que en una determinada época del año el Sol parecía detenerse en un punto fijo de su órbita y a continuación reiniciaba su marcha en sentido inverso. Creían que el Sol no volvería a su esplendor total pues a partir de ese momento los días eran cada vez más cortos. Entonces, todos los pueblos, aún separados por inmensos océanos, empezaron a inventar infinidad de ritos y ceremonias para evitar que decreciera y mantuviese vivo todo su vigor. Encendieron hogueras en sus campos para favorecer su fuerza y su calor y le rindieron homenaje. El Sol se había convertido en el protagonista de las fiestas solsticiales.
Peregrina del desierto, viajera incansable y solitaria, La Rosa de Jericó, que inspiró una leyenda, es un preciado amuleto que se utiliza para bendecir los hogares ahuyentando las malas influencias y atrayendo la paz, el poder y la abundancia al mismo. Confiere suerte en los negocios, habilidad en el trabajo, ofrece salud, fuerzas, felicidad y, sobre todo, tiene la propiedad de trasformar las energías negativas en positivas en el lugar donde se encuentre. Creyentes y no creyentes de todo el mundo reconocen sus beneficiosos efluvios.
El Día de San Valentín es una celebración tradicional en la que los novios, enamorados o esposos se expresan su amor o cariño mutuamente.
Actualmente lo celebramos el 14 de febrero, onomástica de San Valentín.
Originalmente, tenían una relación directa con los rituales de fertilidad, ya en la antigua Grecia dedicada al matrimonio de Zeus y Hera y posteriormente en las fiesta romanas de las Lupercales que se celebraban el 15 de febrero en honor al dios de la fertilidad.
Los rituales romanos se celebraban a la sombra de una higuera, donde se realizaba el sacrificio de un perro y de un macho cabrío, animales considerados impuros. Una vez ataviados con elementos del ritual y casi desnudos, sólo tapados con unas tiras de cuero, salían alrededor del monte Palatino donde golpeaban a todos los que encontraban para purificarlos.
Es decir los luperci iban desnudos uncidos en sangre de animales impuros (como si vinieran de caza) con pieles de lobo, golpeando con el látigo como si fuera un miembro viril y en el que las mujeres, con este rito aumentaban su fertilidad poniéndole las carnes de color púrpura.