Estas fechas son las adecuadas para escuchar a nuestros antepasados y ancestros de los que hemos olvidados su sabiduría, llegando a pensar que no tenían ningún tipo de conocimiento, ni en la ciencia y en casi ningún aspecto de la vida.
1. La fiesta de los Druidas
La celebración del día de Halloween, o la moderna conmemoración de la Víspera de Todos los Santos, tiene un origen celta y se remonta a los rituales de los Druidas. Los Druidas, cuyo nombre probablemente significaba "verdadero adivino", eran una corporación de sacerdotes celtas que practicaban la magia y la adivinación e instruían a la juventud mediante una enseñanza exclusivamente oral.
Ejercían funciones de sacerdotes, de profesores de religión, de jueces y de administradores públicos y estaban muy instruidos en temas como la astrología, la magia y las misteriosas cualidades de las plantas y de los animales, otorgando una importancia especial a los robles y al muérdago, a los que consideraban sagrados.
Halloween es una fiesta que tiene su origen en el culto a los muertos y un exponente muy importante en la actualidad es su relación con la cultura celta, es el tiempo en la que las almas de los muertos se nos acercan y el velo de unión entre los dos mundos es muy débil, es le momento de alegar esos espíritus negativos y de pedir ayuda a los espíritus protectores, ya que la vamos a necesitar en estos tiempos venideros que se anticipan muy complicados.
Pedemos hacer dos tipos de rituales, uno en unión con nuestro amigos y en el que lo lúdico este presente, que es la queimada a los 12 de la noche y otro un ritual con velas en plan más intimo en el que solo es necesario poner tres velas blancas de ritual para que las almas perdidas retomen su camino de la Luz y descansen en paz, para esta ocasión recomendamos el ritual del fuego, del aguardiente.
El primero de noviembre constituía para los celtas una de las grandes festividades del año. Representaba el comienzo del año, el final del verano y el principio del invierno. Era un tiempo de recolección de semillas y matanzas de animales con el fin de aprovisionarse para las inhóspitas y largas jornadas invernales. La noche anterior, organizaban festivales para celebrar el cambio de estación y la llegada del año nuevo. Pensaban que durante la noche del 31 de octubre, los espíritus de los muertos regresaban para comunicarse con los vivos. La vida y la muerte entraban en comunión y todas las barreras que separaban a los dos mundos se derrumbaban. De esta manera los vivos podían consultar con los espíritus de sus antepasados.