Introdución, historia y gemoterapia

Desde los tiempos más remotos el ser humano se ha sentido fascinado y atraído por las piedras hasta el punto de convertirlas en objetos con significado y en fuertes protectores contra los males que le acosaban. El hombre descubrió sus enigmáticas formas, quedó deslumbrado por la variedad de sus colores, por la intensidad de sus destellos, por su solidez, por su seductora apariencia y, entonces, apreció su belleza, las acogió y las encumbró hasta colocarlas en uno de los lugares más destacados de su existencia. Aunque nada sabía, al principio, de su estructura, ni de su composición química, ni de su origen, las valoró intensamente y las incorporó a su cotidiano acontecer. Creó mitos y leyendas en torno a ellas otorgándoles en ocasiones un gran valor simbólico. Las utilizó en rituales religiosos, en construcciones funerarias, en monumentos en honor a los dioses, en estatuas, armas, adornos, utensilios, etc., apreciándolas por su utilidad, por su incomparable atractivo y por las benéficas cualidades de las que creía que estaban dotadas. Las piedras, esos minerales que pueblan la corteza terrestre y que nos han acompañado con su mirada estática desde todos los rincones del planeta, fueron antes y son ahora valiosos ejemplares geológicos que poseen, aunque el mundo científico se muestre escéptico, ciertas propiedades curativas y protectoras específicas.

Porque funcionan los cristales de cuarzo

Los cristales de cuarzo, ¿cómo se formaron?..., tras un lento proceso de miles de años en el interior de la tierra, por efecto de temperaturas altísimas y enormes presiones. Desde un punto físico el cuarzo se compone de un átomo de silicio y dos de oxigeno, que al combinarse, forman el dióxido de silicio. La forma sólida del cuarzo es consecuencia de la presión y el calor bajo la superficie terrestre.

 

Cuando el cuarzo contiene impurezas se forman los diferentes tipos de cuarzos y según su impureza tiene una u otra propiedad energética y color diferente.